El vino biológico es un producto que deriva de un método de cultivo con reglas bien precisas, establecidas por el Reg. CE 834/07, que limita fuertemente el uso de antiparasitarios y fertilizantes de síntesis química.

Italia es el primer país productor europeo de vino biológico certificado, con más de 45.000 empresas enológicas activas (aproximadamente el 17% del total europeo), y con una expansión que va en aumento cada año, alcanzando las 44.000 hectáreas de superficie cultivada, principalmente en Sicilia, Puglia y Toscana.
Con respecto a los vinos “convencionales”, los vinos biológicos que resultan de estas producciones tienen un gran valor añadido: el respeto y la salvaguarda del medio ambiente y, no menos importante, del consumidor. De hecho, en condiciones de vinificación biológica, se pueden desarrollar sustancias útiles como el resveratrol, que según muchos estudios científicos lo consideran como un elemento protector para nuestro sistema cardiovascular.

El principio que rige el proceso de vinificación biológica es reducir al mínimo el uso de sustancias de síntesis a favor de las de origen vegetal, tendiendo a la máxima calidad y al máximo respeto del vino. Este objetivo se puede alcanzar solo, si la calidad de la uva es buena. Sin embargo, se sabe que ya en la fase de vegetación pueden desarrollarse mohos que afectan a la uva, en particular la Botrytis, incrustando enzimas oxidantes y proteínas inestables, lo que da lugar a una contaminación microbiana y una composición de partida desequilibrada.

Los viñedos mantenidos en estado ideal, producirán uvas de mayor calidad que precisarán de menores intervenciones durante la vinificación. Desafortunadamente, las condiciones de producción no se pueden controlar siempre, y se hace necesario el uso de instrumentos que puedan ayudar a los vinicultores a trabajar de forma coherente conforme a la filosofía de la agricultura biológica y obtener un vino de óptima calidad.
En el proceso de vinificación, la pasteurización “flash” o instantánea es la indicada para la estabilización del vino; sin embargo, la estabilización puede resultar incompleta si las temperaturas de pasteurización no superan los 70°C, o sea la temperatura máxima especificada por el reglamento.
En este caso, un proceso válido alternativo es la filtración estéril tangencial.
Es archisabido que los sistemas de filtración tangencial Permeare desarrollan esta tarea de la mejor manera: de hecho, PERMAWINE, el filtro tangencial PERMEARE, no causa ninguna pérdida de macro-elementos. Además, gracias al empleo de PERMAWINE en la bodega, es posible sustituir todos los adyuvantes de filtración y el uso de cartones.
La filtración tangencial inicia de forma rápida la fase de esterilización, impidiendo que los vinos biológicos entren en contacto con sustancias ajenas, garantizando así su “biologicidad”.
Otros efectos positivos de los filtros tangenciales PERMAWINE son, añadidos al ahorro de coadyuvantes, un menor riesgo sanitario para los operadores, reducción de las manipulaciones del vino, descenso general de los costes y la mayor salvaguardia de las propiedades organolépticas y de la calidad inicial. Las empresas enológicas en Italia que ya han elegido PERMAWINE disfrutan a diario de estas ventajas y dada la tendencia al alza de este mercado, incita a que otras bodegas apuesten por una filtración más ecológica y más sana.