En enología, la filtración se emplea fundamentalmente para la clarificación de los vinos y para la eliminación de microorganismos.
El objetivo es doble: alcanzar la limpieza necesaria para la comercialización y obtener la estabilidad microbiológica en un único proceso. Hoy en día, éstas son cualidades esenciales e imprescindibles para la apreciación del consumidor; además, una filtración óptima será capaz de eliminar la turbidez del producto sin alterar la estructura organoléptica del vino.